Las infecciones de orina son una de las afecciones más comunes en perros, especialmente en hembras. Aproximadamente el 14% de los perros las padecen a lo largo de su vida, y pueden provocarles grandes molestias. Por ello, es fundamental acudir al veterinario ante el menor síntoma o sospecha. Aunque una infección del tracto urinario en sus primeras fases no siempre es grave, si no se trata a tiempo puede derivar en complicaciones serias y dolorosas para nuestro peludo. “Empiezan con dolor y malestar a causa de la inflamación del tracto urinario y, si la infección no se trata, puede irse hacia los riñones, causando una infección renal más grave”, explica el veterinario clínico Andrés Santiago.
Por eso, ante la más mínima sospecha de que nuestro peludo pueda estar sufriendo una infección de orina, es fundamental acudir al veterinario sin demora. Pero, ¿cómo podemos detectar este problema en nuestros compañeros de cuatro patas?
“Lo primero que notaremos es que el perro orina con mucha frecuencia, pero en pequeñas cantidades o incluso sin llegar a hacerlo, y lo segundo será su incomodidad, manifestada al lamerse constantemente la zona”, explica el veterinario. Además, añade que si el perro pierde el apetito, presenta fiebre o se detecta sangre en la orina, la infección ya habrá avanzado: “Es fundamental llevar a tu peludo al veterinario en cuanto sospeches una infección de orina. Aunque al principio pueda parecer leve, debe tratarse cuanto antes para evitar complicaciones graves y garantizar su bienestar”.
Andrés Santiago explica que “el veterinario o veterinaria realizará una prueba para confirmar la infección de orina y una analítica que permitirá identificar el tipo de bacteria presente, con el fin de prescribir el tratamiento más adecuado”. En estos casos, el tratamiento habitual incluye antibióticos y, en algunos casos, analgésicos para aliviar el dolor. Es fundamental seguir el tratamiento completo tal y como lo indica el profesional, para asegurar la eliminación total de la infección y evitar recaídas o complicaciones.
En casos como las infecciones urinarias, el tratamiento se ve condicionado por la actual normativa sobre el uso de antibióticos veterinarios, lo que complica la intervención inmediata. “Prescribir un antibiótico hoy en día es un verdadero problema”, señala el veterinario clínico Andrés Santiago. “En este tipo de infecciones, es necesario obtener una muestra de orina mediante punción vesical, enviarla a laboratorio y esperar a que se identifique la bacteria responsable. Todo este proceso retrasa el inicio del tratamiento, y cuando finalmente recibimos los resultados, la infección puede haber empeorado”.
Esta situación se debe al funcionamiento de PRESVET, el Sistema Informático Central de Control de Prescripciones Veterinarias de Antibióticos, que obliga a los veterinarios a prescribir el tratamiento antibiótico en función del resultado de un cultivo bacteriano, lo que implica un periodo de espera que puede extenderse entre 48 horas y una semana. “Es frustrante para los profesionales y para los tutores del animal, porque muchas veces no podemos actuar con la inmediatez que requiere el caso”, añade.
Además, la normativa limita el uso de antibióticos en función de su clasificación. “Ya no podemos elegir el antibiótico que consideramos más adecuado para el paciente en base a nuestra experiencia clínica”, explica Santiago. “Debemos seguir un protocolo escalonado: comenzar con antibióticos de categoría D, pasar a los de categoría C si no hay respuesta, y evitar los de categoría A, que están directamente prohibidos”. Esta normativa, aunque diseñada para frenar la resistencia antimicrobiana, ha generado inquietud entre los veterinarios, que se ven condicionados a tomar decisiones clínicas bajo restricciones que, en algunos casos, comprometen la rapidez y eficacia del tratamiento.
Entonces, ¿qué se puede hacer ante una posible infección urinaria cuando el tratamiento antibiótico inmediato no es viable? Andrés Santiago propone tres medidas prácticas que pueden aliviar los síntomas iniciales y apoyar la salud del tracto urinario de forma preventiva o complementaria mientras se esperan los resultados del laboratorio.
Y, por supuesto, Santiago insiste en que siempre se debe consultar con el veterinario de referencia antes de administrar cualquier suplemento o iniciar un tratamiento por cuenta propia, especialmente ante la sospecha de una infección urinaria. El seguimiento profesional es fundamental para garantizar un abordaje seguro y eficaz.
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