“Los superalimentos pueden ser un gran aliado para la salud de perros y gatos, siempre que se integren con equilibrio y responsabilidad en su dieta”
En los últimos años, la tendencia hacia una alimentación más saludable ha trascendido el ámbito humano y para aterrizar a la nutrición animal. Cada vez son más los tutores que buscan para sus compañeros de cuatro patas las mejores alternativas que garanticen su bienestar.
En este contexto, ha cobrado fuerza el término “superalimento” o “super food”, popularizado en la alimentación por los supuestos y extraordinarios beneficios que aportan a la salud. Esta tendencia no solo ha alcanzado a las personas, sino también a nuestros perros y gatos, despertando tanto entusiasmo como escepticismo a partes iguales. Surge entonces la pregunta: ¿Qué hay de cierto en estas afirmaciones? ¿Son realmente necesarios los superalimentos en la dieta de nuestros animales de compañía?
Un superalimento, según la teoría, es un ingrediente con una alta concentración de principios activos —como antioxidantes o polifenoles— que, al consumirse en cantidades adecuadas, puede tener un impacto positivo en el organismo y, en consecuencia, en la salud. Algunos de ellos forman parte de la dieta humana desde hace miles de años, como la cúrcuma, aunque no siempre somos plenamente conscientes de su relevancia.
Existen ingredientes cuyos beneficios han sido ampliamente documentados tanto en personas como en animales. Un ejemplo es la espirulina, una cianobacteria que solemos considerar un alga, cuyo consumo se remonta incluso a la época de los aztecas. Destaca por su elevado contenido en aminoácidos, sus propiedades antiinflamatorias y detoxificantes, así como por su capacidad de reforzar el sistema inmunitario. Otro caso son los arándanos, ingrediente habitual en recetas de comida para mascotas gracias a sus propiedades antioxidantes, que se asocian a efectos cardioprotectores y neuroprotectores.
Ahora bien, no todo lo que se comercializa bajo la etiqueta de “super” es necesariamente seguro o beneficioso en todos los casos. Por ejemplo, el kale —un vegetal de la familia del brócoli— puede acumular metales pesados o interferir en la función tiroidea si se consume en exceso o no se prepara de manera adecuada, algo que también ocurre con otras crucíferas. Asimismo, ingredientes como el ajo o la cebolla, pese a sus reconocidas propiedades para la salud humana, resultan tóxicos para perros y gatos, ya que en ciertas cantidades pueden provocar anemia y poner en riesgo su bienestar.
Magnificar los beneficios de un alimento o de un ingrediente aislado es un error que puede comprometer la salud de perros y gatos. A menudo se genera la falsa creencia de que, al consumirlos en grandes cantidades, es posible prevenir o incluso combatir ciertas enfermedades, sin considerar las dosis realmente necesarias ni los riesgos asociados al exceso.
Confiar en el supuesto “superpoder” de algunos ingredientes y restar importancia a una dieta equilibrada o a la actividad física diaria puede poner en peligro la salud. No debemos olvidar que cualquier sustancia —por muy natural o beneficiosa que sea—, administrada en exceso o en un momento inadecuado, puede resultar perjudicial tanto para las personas como para los animales. Por ello, su consumo siempre debe ser moderado y ajustado a las necesidades específicas de cada caso.
La verdadera clave para la salud de perros y gatos no reside en un ingrediente aislado, sino en una dieta completa, variada y equilibrada, libre de excesos calóricos, elaborada con materias primas de calidad y adaptada a la especie, edad y necesidades específicas de cada animal en cada etapa de su vida.
Dicho esto, los ingredientes funcionales han sabido ganarse un lugar en la nutrición animal gracias a la evidencia de sus beneficios. Hoy en día es posible encontrar recetas completas —como las de Natura Diet— que incorporan superalimentos como espirulina, cúrcuma, jengibre o ginkgo biloba, entre otros. También existen alternativas en forma de alimentos complementarios, como snacks, o suplementos naturales —como Dr. Dingo— con una mayor concentración de estos principios activos, útiles en momentos puntuales para apoyar al animal frente a problemas articulares, episodios de ansiedad o falta de energía.
Podemos concluir, por tanto, que los superalimentos son ingredientes funcionales con una larga trayectoria y con beneficios reales, demostrados tanto en la alimentación humana como en la animal. Cuando se ofrecen en las cantidades adecuadas, pueden convertirse en un recurso valioso para cuidar la salud y mejorar la calidad de vida.
Sin embargo, no debemos olvidar que estos ingredientes no sustituyen la base de una nutrición equilibrada, adaptada a cada caso, ni reemplazan la importancia de un cuidado responsable que incluya hábitos saludables en el día a día.

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